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lunes, 8 de febrero de 2010

La velarización en shipibo

1. Introducción
El presente post está orientado a clarificar un proceso fonológico que ocurre en shipibo, además de otras lenguas amazónicas. Este trabajo es un extracto de mi artículo sobre el proceso de velarización en shipibo que apareció en la revista Escritura y pensamiento de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas (UNMSM) el presente año. Por otro lado, ese artículo es parte de mi trabajo de tesis (aún en preparación) que aborda aspectos de mayor envergadura que los de este resumen.
De manera muy superficial diremos que el proceso que ha motivado nuestra indagación inicial modifica ciertas consonantes y genera una segunda articulación. Lo interesante del proceso es la variabilidad de los sonidos afectados, ya que, mientras en shipibo (probablemente también se ejecute el mismo fenómeno en otras lenguas pano) las consonantes modificadas se caracterizan por ser obstruyentes y portar el rasgo [+labial], según la literatura (específicamente el texto SPE de Chomsky y Halle), sonidos materializados con articuladores distintos (por ejemplo, el articulador coronal y el dorsal) son pasibles de adquirir la segunda articulación mencionada. En lo que sigue trataré de establecer una descripción formal de lo que ocurre en las consonantes labiales del shipibo y, en lo posible, intentaré de comentar de manera muy especulativa las razones por las que en shipibo las consonantes afectadas son bilabiales y en otras lenguas, no. En primer lugar, daré a conocer algunos datos sobre el shipibo, los cuales básicamente han sido extraídos de ElíasUlloa (2000), de la web http://www.peruecologico.com.pe/ y de Loriot James (1993). Por razones de espacio me limitaré a colocar los años de la publicación, toda vez que en la sección bibliográfica presentaré detalles de los textos consultados.

1.1. Datos generales de la lengua
El shipibo es una lengua genéticamente emparentada con la familia amazónica pano. Esta familia está conformada por una serie de lenguas entre las que podemos mencionar al amahuaca, capanahua, cashibo-cacataibo, cashinahua, mayoruna y yaminahua. Con alrededor de 20 178 individuos, los shipibos conforman un 8,42% de la población amazónica censada. Los shipibos han sido históricamente un pueblo caracterizado por su carácter guerrero. En cuanto a su organización, se sabe que inicialmente tuvieron un tipo de organización clánica, el cual actualmente ha sido sustituido por un modelo de familia extensa matrilocal. La actividad económica principal es la horticultura de roza y quema, la caza, pesca y recolección básicamente. Los shipibos cuentan con un alto grado de lealtad étnica lo cual supone que la lengua se funcional en cualquier contexto. Incluso en Lima, en la comunidad de Cantagallo, los shipibos utilizan su lengua para interactuar social y lingüísticamente. La necesidad de hablar la lengua materna es cimentada por la filiación directa que los shipibos tienen con sus lugares de origen, puesto que sostiene que el retorno hacia sus comunidades implica un manejo adecuado del sistema lingüístico, de lo contrario los miembros de una comunidad pueden ser marginados. Por otro lado, los shipibos se encuentran ubicados geográficamente en tres departamentos de la amazonía peruana, a saber, Loreto, Madre de Dios y Ucayali. El nombre shipibo está conformado por la raíz nominal /šipi/ que significa especie de mono, y el morfema genérico /-bʊ/ cuyo significado es gente (Elias Ulloa 2000: 10). Debemos señalar que existe un morfema similar en esta lengua que marca la flexión de número plural /-bʊ/. Sin embargo, en el nombre /šipibʊ/ se trata del correspondiente genérico.
El repertorio fonológico del shipibo está conformado por un promedio de 16 segmentos consonánticos y 4 elementos vocálicos. Del conjunto de segmentos consonánticos será importante, para efectos de este trabajo, plantear aquellos que se relacionan con el proceso fonológico en cuestión; a saber, las consonantes con el rasgo [+ labial]: /p, b, m/ y la vocal central, alta y posterior /ɨ /.

1.1.1. La estructura silábica en shipibo
Un aspecto interesante de la fonología en shipibo es la ocurrencia de sílabas cuya organización no permite la ocurrencia de inicios, núcleos o codas complejos (Elías, 2000: 12). Por arranques o inicios complejos, entendemos que se trata de secuencias consonánticas, como las palabras tren, plan, entre otras, en las cuales evidenciamos la estructura silábica CCVC, en la que podemos apreciar la configuración de un arranque conformado por dos consonantes. De la misma manera, asumimos que la posición coda en shipibo no presenta secuencias de consonantes, tal y como ocurre en castellano con la primera sílaba (empezando de la izquierda) de la palabra constante. En este caso, apreciamos que la sílaba cons, tiene la siguiente estructura CVCC, en la cual la coda es compleja, es decir, está conformada por dos consonantes. Finalmente, la estructura silábica no permite la secuencia vocálica, lo cual deviene en la inexistencia de núcleos complejos (como los diptongos en español). Esto quiere decir que la secuencia V1 V2. Por consiguiente, las sílabas posibles en shipibo pueden ser del tipo V, CV, VC y CVC . Esta afirmación será importante para evaluar los datos sobre el proceso fonológico que ocurre en shipibo y cuya explicación inicial la encontramos la tesis sobre la fonología en esta lengua de Fernando García Rivera.

2. Planteamiento del problema e hipótesis
Para definir el problema que intentaremos resolver, es menester caracterizar los segmentos involucrados en el proceso, y la naturaleza de los segmentos derivados. En shipibo existen consonantes complejas a nivel fónico, es decir segmentos cuya existencia se constata en la forma física, lo cual quiere decir que los segmentos complejos en shipibo son derivados mediante una regla. Los segmentos involucrados son los siguientes:

Consonantes labiales /p, b, m/
Vocal central, alta, no redondeada /ɨ/

Los elementos que sufren variaciones en el output son las consonantes labiales simples cuando constituyen sílabas con la vocal presentada arriba; es decir, las consonantes complejas en shipibo (consonantes con segunda articulación) son producto de un proceso fonológico, razón por la cual tales elementos no están configurados bajo propiedades léxicas. La afirmación anterior supone que las consonantes complejas en shipibo no son distintivas, de manera que pueden ser perfectamente predecibles mediante una regla fonológica. García Rivera en su investigación sobre fonología del shipibo propone que las consonantes labiales que se encuentran en adyacencia con la vocal central alta no redondeada devienen en la inserción de un segmento semiconsonántico velar [w], el mismo que conformaría un núcleo complejo con la vocal que condiciona el proceso (la vocal /ɨ/). García plantea sólo el condicionante sin explicar el por qué de tal inserción, además de postular que las consonantes bilabiales no cambian en absoluto su carácter de simplicidad. Esto quiere decir que la regla no modifica en absoluto la constitución de las consonantes en tanto segmento individuales, sino que la modificación define cierta complejidad en el núcleo silábico. Si acaso existe una regla simple que permita graficar este fenómeno de inserción, esta sería la siguiente:

Ø → w / p, b, m ____ ɨ

La descripción de Rivera sobre el mencionado proceso no se ajusta a los datos empíricos. En principio, la audición de las grabaciones evidencia segmentos complejos, no una secuencia nuclear compleja. Por otro lado, la inserción de la semiconsonante en cuestión trae ciertas contradicciones en lo que concierne a la estructura silábica, ya que, como señala Elías Ulloa (2000: 14), la gramática del shipibo no permite núcleos complejos. Otro escollo que se presenta es la inexistencia de un marco explicativo que permita describir el proceso, esto quiere decir que la naturaleza y las propiedades fonéticas del fenómeno en cuestión no han sido planteadas hasta el momento. A continuación, presentaremos un conjunto de entradas que ejemplifiquen la hipótesis propuesta por García Rivera en su trabajo sobre la fonología del shipibo (1994):

Los rasgos de labialidad del proceso de inserción que propone García Rivera pueden originar la hipótesis de que, si se trata de un segmento complejo, las características labiales serían las que adopta la consonante derivada.
El problema potencial es la naturaleza de la vocal que condiciona el proceso, dado que es una vocal central, alta, no redondeada; por consiguiente, es poco probable que un segmento vocálico que carece del rasgo de labialidad condicione la posible «labialización» de los segmentos involucrados.
Por tanto, si se tratara de un proceso de labialización necesariamente tendríamos que asegurar que son las consonantes bilabiales las que condicionan el proceso. Esta afirmación no sería la más apropiada, por cuanto se predeciría que dichas consonantes aparecerían labializadas ante cualquier vocal. Además, dicho proceso se genera en un contexto específico; a saber, ante la vocal /ɨ/, por esta razón la explicación del fenómeno debemos encontrarla en el marco de las propiedades idiosincráticas de dicho fonema vocálico. De manera que la dirección del cambio es de vocal que modifica a la consonante que la precede. Este dato resulta un buen indicio de las pesquisas que iniciaremos una vez que planteemos la problemática de manera adecuada.
Toda vez que hemos dado de cuenta de una serie de escollos que aún no están resueltos, podemos formular las siguientes interrogantes:

a) ¿Cuál es la naturaleza del proceso fonológico que modifica las consonantes labiales simples volviéndolas complejas en shipibo? ¿Se trata de un proceso de implementación fonética o de un proceso fonológico?

La hipótesis sobre esta interrogante deberá explicar qué condiciones son las que operan para que el proceso se lleve a cabo. Además, la propuesta sobre el particular deberá ser formalizada mediante una regla fonológica que determine la dirección del cambio. La solución que se asuma deberá determinar si la estructura subyacente padece alguna modificación debido a la aplicación de una regla en este nivel. De ser así, estaremos frente a un proceso fonológico.

b) ¿Qué rasgos están involucrados en la ejecución del proceso en cuestión?

La teoría que explique el proceso fonológico deberá tomar en cuenta los rasgos de los sonidos involucrados y evaluar la naturalidad en la ejecución del fenómeno fonológico. De esta manera, debemos definir qué conjunto de propiedades fonológicas son las pertinentes y adecuadas en la aplicación de la regla.

c) ¿Se trata de un proceso de labialización dado el planteamiento de una glide labiovelar propuesto por García Rivera?

La teoría deberá ser capaz de explicar qué proceso fonológico es el que ocurre. Para ello, los insumos teóricos planteados respecto a la aparición de segmentos complejos como formas derivadas a partir de la aplicación de una regla en la forma fonológica, deberán determinar si se trata de un proceso de labialización u otro posible proceso fonológico. En consecuencia, la hipótesis planteada por Rivera puede ser ratificada o refutada según las consideraciones que se desprendan de las preguntas anteriores. Sostenemos que la solución a estas interrogantes determinará un aporte sustancial en la explicación de fenómenos fonológicos, de manera general, y en la dilucidación, formalización, y caracterización del proceso efectuado en shipibo, de manera particular.
A continuación, daremos a conocer la hipótesis o propuesta de investigación en lo que concierne a la aparición de consonantes labiales complejas.

Hipótesis
Del problema planteado se desprenden, a guisa de potenciales soluciones, las siguientes hipótesis:

H1: La segunda articulación de las consonantes bilabiales /p/, /b/, /m/ a nivel superficial o fonético es producto de un proceso fonológico de velarización condicionado por la vocal central alta no redondeada /ɨ/.

H2: La vocal condicionante del proceso es articulada con el dorso de la lengua de manera que los rasgos de altura y posterioridad son los que definen el proceso.

H3: La estrecha relación entre los rasgos labial y dorsal, suponen una unidad que se opone al rasgo coronal. En consecuencia, la velarización es explicable atendiendo a la pertinencia de loas rasgos relacionados con el articulador dorsal.

Nuestra propuesta se funda en la aplicación de un esquema que defina la naturalidad de realización del proceso fonológico y la determinación de las propiedades involucradas en la ejecución de dicha regla. Por consiguiente, nuestro planteamiento debe ser capaz de explicar formalmente el proceso mediante un esquema en el cual los rasgos o propiedades que definen a los sonidos sean los de mayor adecuación en el planteamiento del fenómeno de velarización.

3. Marco teórico
Los presupuestos teóricos que asumiremos para la explicación del fenómeno de velarización en shipibo se enmarcan dentro de la fonología generativa no lineal, específicamente trabajaremos con el modelo del articulador de Morris Halle. Sin embargo, debemos dar cuenta de una serie de asunciones teóricas que se relacionan con la teoría fonológica. Este capítulo servirá para desarrollar todos aquellos conceptos que usaremos para explicar el fenómeno fonológico de velarización. Empezaremos describiendo el componente fonológico y los niveles de representación que conforman la organización de este módulo gramatical.

3.1. El componente fonológico
La visión estándar de la teoría fonológica es que el componente fonológico está conformado por reglas y representaciones (Nuñez Cedeño, 1999: 8). De esta manera, las idealizaciones o abstracciones (representaciones subyacentes) del componente fonológico se materializan en formas fonéticas que también implican un grado de abstracción (a esta se les denomina representaciones superficiales). Existen una serie de modelos que explican el comportamiento de este componente gramatical; sin embargo, nuestro propósito, dado que el análisis se efectuará a nivel segmental (es decir a nivel de los segmentos en tanto unidades discretas), es dar a conocer los diversos elementos que intervienen en la modificación de segmentos fonológicos para dar como resultado formas fonéticas.

3.1.1. Sistema de representaciones y reglas
El nivel fonológico está configurado básicamente a través de dos niveles de representación; a saber, la forma fonológica o subyacente y la forma fonética o superficial. La afirmación anterior supone la presencia de propiedades no predecibles o abstractas que definen a los sonidos subyacentemente; es en este nivel en el que se encuentran los elementos fonológicos. Por otro lado, se asume que, todo elemento abstracto es materializado y concretizado fonéticamente. Además de lo planteado arriba, ambos tipos de representación están relacionados mediante reglas fonológicas, de manera que las reglas son los mecanismos que permiten obtener una forma física a través de su aplicación en la representación subyacente. Las propiedades distintivas de los sonidos se encuentran en el nivel que subyace a lo físico, y se encuentran dentro de un marco no predecible; de manera opuesta, la forma fonética está constituida por elementos predecibles y no predecibles, es decir, toda la información necesaria para que los individuos reciban la información articulatoria por completo (Elías Ulloa 2000: 28). De manera que, la información abstracta y la información física están reguladas por reglas que se aplican a la representación subyacente y recuperan información articulatoria relevante para que la información que recibe el oyente esté completa. Veamos el siguiente esquema:

3.1.2. Formalización de reglas
Todo proceso debe ser formulado mediante una regla fonológica. La descripción sobre el fenómeno que ocurre en shipibo en la tesis de García Rivera (1994: 43) carece de este marco explicativo. No se especifican los rasgos relacionados con el proceso de velarización en shipibo. En consecuencia, este capítulo servirá para definir en qué consiste la formulación de una regla como marco formal explicativo de los procesos fonológicos. Linealmente una regla es una operación que modifica un rasgo o un constituyente de rasgos para derivar una forma fonológica intermedia o una forma fonética concreta (Schane, 1999: 12). La regla está conformada por una descripción estructural que supone la formulación del contexto en el que ocurre el proceso en cuestión, y de un cambio estructural en el que se hace manifiesto el tipo de cambio que se genera y los rasgos comprometidos. Por ejemplo, un proceso como el de nasalización de vocales en shipibo se puede formular mediante la siguiente regla fonológica:

La regla anterior, representa un caso en el cual un segmento vocálico adquiere el rasgo de nasalidad, cuando entra en contacto con una consonante nasal. Los rasgos involucrados son el de nasalidad, entre otros. La flecha puede reescribirse como ‘cambia a’, mientras que la reya oblicua se puede interpretar como ‘en el siguiente contexto’. La representación lineal aseguraba un marco explicativo poderoso para abordar los fenómenos fonológicos; sin embargo, numerosos procesos fueron explicados con reglas en las cuales la abstracción era demasiado inverosímil como para que se corresponda con la necesaria adecuación con los datos empíricos, dado que se transgredía el marco de naturalidad en la aparición de un proceso. Así, Paul Kiparsky cuestiona el uso excesivo de la abstracción en SPE para explicar el proceso derivativo de un sonido:

La asunción anterior implica la existencia de un correlato natural entre la representación abstracta y la de superficie. En SPE se podía explicar, mediante el poder transformativo de las reglas, el cambio de [s] a [l] en ocurrencia con [f] (Núñez Cedeño 1999: 14). Por consiguiente, los procesos como fenómenos naturales en los que están involucrados los rasgos, entendidos como constituyentes altamente organizados, deben reflejar las condiciones y motivaciones necesarias para que un cambio fonológico cualquiera se lleve a cabo.
Esta condición despierta nuestra inquietud sobre la correspondencia que debe existir entre las formas postuladas en la representación fonológica de las consonantes bilabiales y sus correspondientes variantes alofónicas. Por tanto, el modelo del articulador debe respetar la simplicidad semántica como principio epistémico que debe caracterizar a toda teoría. Toda vez que hemos tratado de ser exhaustivos en la presentación del cuerpo teórico, pasaremos en los siguientes capítulos a abordar los lineamientos metodológicos, así como al análisis e interpretación de los datos.

3.2. El modelo lineal SPE
Una de las propuestas más innovadoras en lo que respecta a la investigación fonológica es la teoría de rasgos. Un primer modelo acústico, desarrollado por Jakobson y Halle (1956), planteaba un repertorio mínimo de propiedades acústicas que permitían establecer las oposiciones sistemáticas de los segmentos discretos en las lenguas particulares. Si bien el modelo propuesto por Jakobson era predominantemente acústico, no dejaba de hurgar en las propiedades articulatorias de los sonidos. Posteriormente, los discípulos de este notable fonólogo ruso postularon un sistema de rasgos cuyas propiedades ponderaban las propiedades articulatorias de los sonidos, aunque sin descuidar el aspecto acústico. Así, Chomsky y Halle en la célebre obra dedicada al maestro Jakobson The Sound Pattern of English (1968), inician una época en la cual la discusión sobre aspectos sumamente sofisticados del componente fonológico se desarrolla notablemente. En esta obra se plantea, en rigor que los sonidos, tanto en sus formas abstractas como en su forma fonética, son matrices de rasgos o propiedades articulatorias que permiten establecer un marco formal adecuado para definir clases naturales de sonidos, explicar la aplicación de reglas fonológicas, entre otras. Esto quiere decir que las reglas afectan a un rasgo o conjunto de rasgos, según sea el caso específico. De manera que, en rigor, la organización de los sonidos en términos de rasgos supuso un marco explicativo interesante para iniciar la discusión de los patrones universales que subyacen a la producción particular de los distintos sonidos que conforman el repertorio fonológico de las lenguas del mundo. En este modelo los rasgos distintivos están organizados en diferentes escalas. Así tenemos, por ejemplo, los rasgos de clase mayor (sonante, vocálico y consonántico), los rasgos de cavidad coronal y anterior (en lo que concierne a las constricciones primarias), alto, bajo y posterior (relacionados con el cuerpo de la lengua, entre otros. La caracterización de un segmento, ya sea vocálico o consonántico, se llevaba a cabo mediante la representación de sonidos a través de haces de rasgos que contenían cualquiera de las propiedades especificadas por Chomsky y Halle en cualquiera de sus dos valencias. Por ejemplo, un segmento oclusivo, bilabial, sordo, tendría la siguiente disposición en términos de rasgos:


3.3. La oposición grave/agudo en el modelo acústico de Jakobson y Halle
La teoría acústica de Jakobson y Halle tuvo como causa prima la determinación de la red de oposiciones posibles en los sistemas fonológicos particulares a través de un repertorio finito de propiedades acústicas, denominadas rasgos. Los rasgos propuestos por Halle se clasificaban en prosódicos e inherentes. Nuestro interés se centra en la segunda clase de rasgos, la cual estaba organizada a través de doce oposiciones. Estas oposiciones se presentan de distinta manera en las lenguas naturales; sin embargo, la propuesta es que el conjunto de rasgos inherentes sirve para establecer las distinciones en cualquier lengua (Jakobson 1956: 40). Esta consideración nos muestra que en esa época se estaba gestando lo que posteriormente se convertiría en la característica idiosincrásica de la teoría lingüística: el marco de generalidad. Notamos que en esta propuesta se trata de caracterizar las lenguas del mundo a través de un repertorio reducido de propiedades. Los rasgos inherentes, a su vez, se subdividen en rasgos de sonoridad y rasgos de tonalidad. Los rasgos de sonoridad se caracterizan acústicamente por basarse en la cantidad y la densidad de la energía en el espectro y en el tiempo (Jakobson 1956: 40) y conforman un grupo de nueve oposiciones: vocálico/no vocálico, consonántico/no consonántico, denso/difuso, tenso/flojo, sonoro/sordo, nasal/oral, interrupto/continuo, estridente/mate y recursivo/infraglotal. No detallaremos en qué consiste cada rasgo, puesto que la oposición que inspira nuestro interés está dentro de los rasgos de tonalidad.
Los rasgos de tonalidad se caracterizan por relevar los extremos del espectro de la frecuencia (Jakobson, ibid.), además de definir tres oposiciones: grave/agudo, bemolizado/normal y sostenido/normal. La oposición grave/agudo se caracteriza a los sonidos que se articulan en la periferia de la zona oral, es decir los sonidos labiales y velares, básicamente. Las características acústicas de un sonido grave consisten en la predominancia de las frecuencias bajas en el espectro durante su producción y la considerable amplitud del resonador oral al momento en que se articulan este tipo de sonidos. En cambio, los sonidos agudos concentran su energía en frecuencias más altas dado que el resonador oral se divide durante la producción de sonidos de este tipo (alveolares, palatoalveolares, entre otros). En consecuencia, vemos que los sonidos periféricos, tanto acústica como articulatoriamente muestran cierta afinidad, por lo que en esta red de oposiciones forman un constituyente natural. Así las consonantes labiales del shipibo, y la vocal central alta, serían graves, en la propuesta de Jakobson y Halle. Así tendríamos la siguiente matriz:

p b m ɨ
Grave + + + +

Notamos que los sonidos que están relacionados con el proceso de velarización conformarían parte de un constituyente formal, según la propuesta de Jakobson y Halle. De acuerdo a esta teoría, los segmentos velarizados tendrían plena correspondencia con el rasgo grave, en la medida en que mantienen su articulación periférica; a saber, la articulación primaria de tipo labial y la segunda articulación velar en una sola emisión compleja.
El siguiente paso, para consolidar nuestra hipótesis será desarrollar la propuesta SPE sobre el proceso de velarización. Para ello, nos remitiremos a la obra cumbre de Chomsky y Halle, relacionada con los rasgos de cavidad.

3.4. Rasgos relacionados con el cuerpo de la lengua en la fonología SPE
La propuesta generativa redefine los rasgos grave/agudo de Jakobson, a través de las oposiciones articulatorias que corresponden al cuerpo de la lengua. Uno de los aportes más importantes de esta recategoriazión es que los rasgos involucrados sirven para caracterizar a vocales y consonantes (Chomsky y Halle 1979: 180). Estos rasgos son los siguientes:

Alto. Caracteriza a los sonidos que se articulan con el dorso de la lengua elevado hacia la zona palatal; es decir, sobre la posición neutra de la lengua.

Bajo. Caracteriza a los sonidos que se articulan por debajo de la posición neutral de la lengua, es decir, la lengua desciende muy por debajo de esta posición.

Posterior. Los sonidos posteriores se producen con la elevación del dorso de la lengua hacia la zona velar y posvelar de la cavidad oral.

Este modelo permite describir adecuadamente ciertas consonantes con segunda articulación, tales como las consonantes palatalizadas o velarizadas, entre otras, ya que se añade a la articulación primaria, una adicional de tipo vocálico; por consiguiente, los rasgos involucrados en esta sección permitirían definir con claridad las propiedades articulatorias de los sonidos complejos. En la medida en que establecen una relación intrínseca entre estos segmentos y las vocales que condicionan su ocurrencia. De esta manera, las consonantes palatalizadas tendrán los rasgos [+alto] y [-posterior], como la vocal anterior alta [i]; las consonantes velarizadas serán portadoras de los rasgos [+alto] y [+posterior], de la misma forma que la vocal que produce el proceso, a saber, la vocal [ɨ] (Chomsky y Halle 1979: 179). Un dato importante que debemos tomar en cuenta es la definición de velarización que hace C. M. Doke (1931), citado por Chomsky y Halle (1979: 184), en la cual considera que La velarización está causada por una elevación anormal de la parte posterior de la lengua hacia el velo del paladar, en vez de la ligera elevación habitual que tiene lugar al pronunciar la semivocal w […] (p. 109). La afirmación de Doke, en la cita de Chomsky y Halle, es importante para definir con propiedad el proceso de velarización, puesto que la ocurrencia de la vocal en contacto con las consonantes labiales produce efectos articulatorios propios del fenómenos descrito en la cita presentada arriba. Además, notamos que las consonantes velarizadas se producen con un posicionamiento velar considerable, lo cual hace sospechar que lo que realmente ocurre en shipibo es un evidente proceso de velarización y no una inserción de semiconsonante w, como plantea García Rivera. Las consideraciones anteriores nos muestran que ya en la fonología SPE se planteó una serie de propuestas respecto a este proceso. Ahora, dado que en este modelo se asume que existe un conjunto de reglas que sirven de interfase entre la representación fonológica y la fonética, nuestro siguiente paso será formular una regla lineal adecuada que explique el proceso, según los cánones transformacionales de esta etapa en la teoría fonológica. Para efectos del caso, usaremos una primera muestra de la presentada en la sección que corresponde al corpus, para definir las condiciones en las que se efectúa el proceso.

[pˠɨ. 'kɨ] ‘úlcera, llaga’
['bˠɨ. pʊ] ‘legaña’
[mˠɨ. 'kɨŋ] ‘mano’

Vemos que las consonantes labiales aparecen con la segunda articulación velar (representada mediante el símbolo [ˠ]) cuando preceden a la vocal /ɨ /, la cual presenta los rasgos alto y posterior en sus valencias positivas. Ahora, pasemos a evaluar los que ocurre con las consonantes labiales en otros contextos, es decir, junto con otras vocales del shipibo:

[‘ba. kɨ] ‘niño’
[‘ba. kɨ. ‘bˠɨm. bʊ] ‘muchacho’
[‘bi. mi] ‘fruto’
[‘bʊ. tšʊ] ‘lleno’
[‘mi. šɨ] ‘paquete, cosas empaquetadas’
[‘mã. ti] ‘caer’
[‘mʊ. tša. ti] ‘cantar para obtener’
[‘pas. na] 'pálido’
[‘pi. ši] ‘costilla’
[‘pʊ. tɨ. ti] ‘destripar’
[‘pas. kɨ. ti] ‘caerse’

En las entradas planteadas arriba notamos que las consonantes bilabiales simples aparecen con las vocales /a, i, ʊ/ del shipibo; es decir, se articulan sin ninguna modificación. Por consiguiente, si existe un contexto específico y predecible en el que podemos encontrar consonantes velarizadas, este es el presentado en (a):

(a) [pˠ, bˠ, mˠ] / ___ ɨ

Una vez determinada la regla lineal, es necesario establecer las propiedades involucradas en el proceso de velarización. Para ello, debemos establecer los rasgos que participan en este proceso fonológico. Para ello, estableceremos las matrices correspondientes para esquematizar el cambio. La regla de (a) quedaría formalizada tal y como aparece en (b):

El esquema nos ayuda parcialmente a formalizar el proceso, ya que, se dejan una serie de puntos sin afinar aún. Uno de ello es la imprecisión sobre lo que ocurre con el rasgo anterior que define al segmento labial en este modelo fonológico. No sabemos si el rasgo se pierde o se mantiene después de la derivación. La matriz de rasgos nos parece un medio formal que presenta ciertas dificultades para esquematizar adecuada y naturalmente el proceso de velarización. Toda vez que hemos evaluado el proceso dentro del Modelo lineal, nuestra tarea en lo que sigue es recurrir a un medio formal que supere los escollos de la regla (b); por tanto, es momento de esquematizar la regla fonológica de velarización mediante el Modelo del Articulador para explicarla recurriendo a nociones como la pertinencia en la asignación de rasgos, las relaciones jerárquicas, entres otras.

3.5. Descripción jerárquica del proceso de velarización
3.5.1. El modelo del articulador
El modelo del articulador se plantea ante la necesidad de explicar de manera adecuada los fenómenos fonológicos y los rasgos pertinentes para categorizar cada segmento discreto. De esta manera, sólo se toman en cuenta los rasgos relevantes para describir sonidos consonánticos o vocálicos. Una nueva forma de evaluar los elementos fonológicos hace que se plantee un esquema general para representar cualquier sonido, por consiguiente, se supera la división de consonantes y vocales en esquemas distintos que impone el AFI. Si existe una jerarquía natural de los rasgos, esto hace suponer que se forman grupos naturales en los que están involucrados articuladores, cavidades, distinciones en la constricción, entre otras tantas propiedades que definen la articulación concreta de sonidos. En suma, las propiedades de los sonidos conforman constituyentes altamente organizados (Nuñez Cedeño 1999: 72-73).
Morris Halle plantea que los rasgos son realidades psíquicas que posibilitan movimientos específicos. Esto quiere decir que los rasgos activan articuladores activos para la vocalización de un sonido. Se establece, por tanto, una verdadera orquestación de los distintos órganos articulatorios dirigida por los rasgos o comandos neurales capaces de desencadenar la ejecución de los sonidos del habla (Elías Ulloa 2000: 39).
El modelo del articulador consiste en la organización jerarquizada de rasgos. Los rasgos son concebidos como comandos que activan gestos articulatorios específicos; por tanto, solo se consideran los articuladores activos, a saber, aquellos que se movilizan en la ejecución de un segmento consonántico o vocálico. Por consiguiente, los presupuestos teóricos de este modelo se adscriben a la fonología autosegmental en la cual se plantean una serie de planos interrelacionados, y cada plano, a su vez, presenta una serie de asociaciones autosegmentales, el plano de la palabra prosódica es el que nos interesa para evaluar el proceso de velarización en shipibo. Este plano está conformado por una serie de hileras unidas autosegmentalmente. Nuestro interés se centra en le hilera del segmento, dado que es en este nivel en el que daremos cuenta del proceso fonológico, motivo de nuestra investigación. Los rasgos en este nivel están organizados de tal manera que sólo los rasgos pertinentes están involucrados en la activación articulatoria. Los articuladores activos propuestos son los siguientes:

Cada uno de los articuladores se encuentra ubicado en cavidades distintas. Así tenemos que la cavidad oral es el dominio de los articuladores coronal, labial y dorsal; la cavidad nasal domina al paladar blando como articulador activo; por último, la cavidad faríngea es el nudo de dominio de los articuladores glotal y radical. La relación entre cavidad y articuladores genera una serie de restricciones en lo que respecta a la asociación de ciertos rasgos, ya que cualquier fenómeno que involucre a los diversos articuladores de la cavidad oral, por ejemplo, determina una zona de acción y ejecución en los que quedan exentos los articuladores glotal y radical de la cavidad faríngea, y el paladar blando que pertenece a la cavidad nasal, ya que el nudo del cual se ramifica cada uno de estos articuladores es un constituyente distinto en el esquema jerárquico. Los elementos que forman un constituyente son los que pueden padecer los efectos de una regla. Eso quiere decir que la relación que se establece en este modelo es de la siguiente manera (Adaptación del esquema planteado por Clements y Hume 1996: 5):

El esquema anterior supone que las reglas pueden afectar a los distintos nudos que conforman constituyentes, de manera que, los elementos terminales x, y y z son pasibles de modificación dada la disposición de estos en el nudo B; sin embargo, la misma operación no podría ejecutarse en los elementos terminales y, z y x’ ya que no son parte de ningún constituyente. La jerarquía, entonces, es el eje rector de la organización de los rasgos en este modelo teórico no lineal.
De la misma forma en que los articuladores se relacionan con las distintas cavidades (nudos de dominio), los rasgos terminales se ramifican desde los distintos articuladores formando verdaderos constituyentes. La organización de los rasgos en relación con sus respectivos articuladores se da de la siguiente manera (Nuñez Cedeño 1999: 76):

Vemos en el esquema anterior que los rasgos se relacionan con articuladores específicos. De esta manera, se asegura que la descripción de un segmento se efectúa considerando solamente los rasgos pertinentes. Por ejemplo, la consonante oclusiva, alveolar, sorda [t], que es articulada con la corona de la lengua, solo será caracterizada tomando en cuenta el articulador coronal y los rasgos relacionados con éste; a saber, los rasgos [anterior] y [distribuido].
Nuevamente, la ocurrencia de los rasgos adecuados para describir un sonido define solo las posibilidades intrínsecas mediante las cuales se articula un elemento fonológico. En suma, este modelo, planteado inicialmente por Clements y Goldsmith, ha sido mejorado por Halle (1992), conformará nuestro sustento teórico. La configuración general de la estructura arbórea de rasgos ha sido esquematizada por Elías Ulloa en la mencionada tesis sobre el shipibo; este será el diagrama que presentaremos a continuación:


La adecuación explicativa de este modelo se resume en el planteamiento de un modelo general para la descripción de vocales y de consonantes, además de ser lo suficientemente simple para categorizar las propiedades de un sonido. Por tanto, un segmento consonántico alveolar como [t], será articulado y configurado mediante los rasgos que pertenezcan al articulador coronal; a saber, [anterior] y [distribuido], el mismo que a su vez se encuentra en la cavidad oral.
De esta manera se plantea un marco de mayor adecuación explicativa para definir elementos discretos. En el modelo lineal se asumía que los fonemas eran matrices de rasgos organizados de manera desordenada; en consecuencia, un segmento oclusivo velar, sordo como [k] podía ser descrito mediante rasgos de menor relevancia como [-nasal], [-anterior], [-bajo], entre otros. La modificación de los presupuestos principales en Fonología Generativa ha traído consecuencias provechosas en la explicación de fenómenos fonológicos. El resultado de un esquema universal como el planteado arriba es la alta compatibilidad entre el sonido y sus rasgos. Por otro lado, el carácter compatible se extiende a las reglas y la naturalidad de su ejecución, en la medida en que los nudos de dominio ofrecen restricciones.
Hemos dado a conocer, de manera parcial lo que ocurre con las consonantes bilabiales en shipibo, cuando están en contacto con lo vocal /ɨ/. Ahora, el análisis que propondremos a continuación supone que el fenómeno sea explicado apelando a la naturalidad del proceso que ha motivado las consideraciones anteriores. Habíamos señalado que el Modelo del articulador asume que los rasgos se encuentran organizados de manera jerárquica. Por otro lado, esta jerarquía establece nudos de dominio para las cavidades propias del aparato fonador humano, los articuladores relacionados con cada una de estas cavidades, y por último, los rasgos terminales que se desprenden del nudo de los articuladores. La dependencia estructural de cada constituyente hace posible que se pueda establecer el dominio de acción de los segmentos con segunda articulación velar. A continuación, presentaremos algunos esquemas jerárquicos de sonidos del shipibo.


3.5.2. El proceso de velarización desde el Modelo del Articulador
Asumimos que se trata de un proceso de asimilación del tipo vocal que modifica consonante. Esto quiere decir que la vocal /ɨ/ es la que genera el proceso y modifica la estructura de las consonantes bilabiales simples. El proceso de asimilación trae consigo el planteamiento de la operación autosegmental de asociación, con la que se gana una especificación que parte desde un nudo origen hacia un nudo meta. El nudo origen en este caso es la cavidad oral; y el nudo meta, el articulador dorsal. El proceso no implica la pérdida de algún rasgo, por lo que no se aplica la operación de cambio de estructura o disociación. Por tanto, el producto final en la forma fonética es una consonante que mantiene su constitución primigenia, pero que le añade una especificación adicional (en este caso se trata de la segunda articulación velar como constituyente conformado por los rasgos [+alto] y [+posterior]). La postulación de este conjunto de operaciones supone que exista un medio formal de plantearlo. Por supuesto, la finalidad de este apartado es plantear la regla de asimilación que explique con naturalidad y pertinencia lo que ocurre en el proceso de velarización en shipibo. Postulamos, por consiguiente, la regla no lineal siguiente (resumiremos la especificación de rasgos remitiéndonos a las propiedades más importantes para definir el proceso):

Efectuaremos una lectura del esquema anterior. La regla consta de tres fases claramente marcadas, las cuales están separadas por las flechas. La primera fase, corresponde al nivel abstracto o subyacente, es decir, corresponde a la representación fonológica. De esta maneta notamos que en la mente del hablante, los sonidos bilabiales (representados por la letra ‘C’), se encuentran en su forma simple. La segunda fase está relacionada con la aplicación de la regla fonológica de velarización. Determinado el contexto de ocurrencia, las consonantes labiales asocian las propiedades del nudo que corresponde al articulador dorsal desde el nudo de la cavidad oral. La operación de asociación, tal y como vemos en el esquema no trae ninguna pérdida de especificación en el sonido modificado. Posteriormente, apreciamos que en la representación superficial o forma fonética del componente fonológico las consonantes aparecen en el output con la segunda articulación velar. Este esquema es mucho más productivo para visualizar cómo ocurre el proceso de velarización, el cual hemos asumido como fenómeno que ocurre en shipibo.

CONCLUSIONES

1. En shipibo existen consonantes con segunda articulación en la forma fonética. Esto quiere decir que los segmentos consonánticos complejos no están especificados en el lexicón del hablante.

2. Las consonantes complejas en shipibo son producto de un proceso de asimilación, del tipo vocal que modifica consonante, que se denomina velarización.

3. La vocal que origina la modificación es, articulatoriamente, una vocal central alta no redondeada, cuyos rasgos fonológicos, relacionados con el articulador dorsal, son [+alto] y [+posterior].

4. La hipótesis de la inserción de semiconsonante w genera una teoría de mayor costo para el proceso de adquisición, ya que teóricamente no se puede establecer con precisión qué condicionamiento es el que origina tal proceso.

5. El modelo del articulador, enmarcado dentro de la llamada fonología generativa no lineal, es sumamente esquemático y productivo para desarrollar una hipótesis coherente sobre lo que ocurre con los segmentos consonánticos labiales en shipibo.

6. Existen precedentes teóricos que han planteado la articulación labial y la dorsal en términos de una unidad o constituyente que se opone al articulador coronal. Nos referimos a la propuesta acústica de Jakobson y Halle.

7. La regla fonológica lineal deja una serie de vacíos sin explicar sobre la naturaleza compleja de los sonidos derivados, ya que solo se especifican los rasgos que adquiere y no plantea el estatus posterior de las características primigenias.

8. El marco predictivo que hemos planteado se puede extender a otras lenguas naturales donde se presenta el segmento que define la ejecución del proceso fonológico, puesto que en lenguas como el aguaruna, por ejemplo, ocurre el mismo proceso.

9. Consideramos un aporte teórico importante la propuesta de la velarización en shipibo dentro de los cánones de la fonología generativa no lineal, dado que se ha recurrido a un medio formal que cumple con el requisito epistémico de adecuación explicativa.

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